Por: Alexis Da Costa.
El primer medio
informativo formal, transportador de los mayores triunfos y las peores
tragedias de nuestra historia; mueve voluntades, cambia ideologías y muchas
veces lleva de la mano al informado lector a la toma de decisiones.
Atinadamente proclamado EL CUARTO PODER. El periodismo, aquella profesión que
lleva consigo una de las más nobles y peligrosas armas, la información.
¿Pero qué pasa cuando
la desinformación adquiere un costo y convierte una tan importante labor en un
simple negocio?.
Desde mis
contemporáneos hasta los mayores hemos vivido esta transformación, la mayoría
como lectores y en mi caso como firme espectador; recordamos esos cinco o seis
periódicos con encabezados impactantes, a aquellos conocidos actores llegando
puntuales al llamado de una nueva noticia, llenos de júbilo ante las buenas y
agobiados con lamentables tragedias.
Con los años vivimos
guerras abiertas contra políticos desleales y algunas adulaciones para los
ideales, sin duda la atinada pluma del buen escritor nos regaló desde lecturas
informativas hasta análisis profundos.
Las redes sociales
asestaron el primer golpe a esta enorme labor, sin embargo los mejores se
adaptaron y las usaron para dar más puntual la información, cubriendo así todas
las generaciones y revolucionando la noticia.
Lamentablemente en
épocas recientes un nuevo golpe asesto y el buen periodista fue perdiendo su
valor, desbarrancado por el “oportunista de la información” quien en una lucha
desleal vende sin tregua la desinformación, basta con pararse en un puesto de periódicos
y observar las más de 10 opciones en muchas de estas predomina el copiar y
pegar de información en su mayoría con pésima redacción que en comparación con
quienes aún conservan el espíritu del periodismo nos deja una notable decepción.
Así inicia el ocaso del
periodismo que bien podemos notarlo en nuestra región. Aquel a quien nombro el
oportunista de la información es quien pone precio a las voluntades del lector
y sin experiencia desprestigia esta tan noble labor.
En un periódico el
papel y la tinta no tienen gran valor, lo que se vende es la ardua labor de
análisis e investigación y los años de preparación pues lo que leemos es la
experiencia del escritor.
El CUARTO PODER se está
volviendo un oficio sin profesionalismo y con poca ética, el periodista cae en
la decadencia y los pocos buenos que quedan se ven forzados a competir con la generación
del oportunismo con una casi nula oportunidad de triunfo.
Es por eso que sin afán
de conflicto invito al político, al anunciante y al amable lector a ser más
selectivo a la hora de escoger al proveedor de información. Hay que darle al
buen periodista su verdadero valor.
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